Laudio homenajea a Begoña Azkarai
Begoña nació hace 65 años en el Caserío Lazkano en Baranbio, en una familia en la que la actividad principal era el cuidado de las ovejas. Los 4 hermanos ayudaban a ordenarlas al volver del colegio. Allí empezó a hacer sus primeros panes, ya que se hacía pan para el consumo semanal de la familia.Se vino a vivir a Laudio al casarse con 22 años con Juanjo Isusi del Caserío Olariaga.
En Olariaga la actividad que han tenido ha sido la explotación de vacas lecheras. Con su suegro Santi empezó repartiendo leche a domicilios. De su suegra Pilar aprendió muchas cosas. Ella era la encargada de elaborar el pan. Se hacía pan los fines de semana y subían los vecinos de Laudio y Okondo andando a comprar el pan, de trigo, maíz, txintxortas..En Olariaga siempre ha habido tradición de hacer pan. Ahora ha sido Begoña, antes su suegra Pilar y anteriormente la abuela de su marido Carmen.
En el año 83 con las inundaciones Llodio queda desabastecimiento de harina y en Olariaga había recién comprada, así que comienza a ir más gente andando a por el pan. Poco a poco empezaron a hacer pan más días a la semana, hicieron otro horno de leña, se amplió en obrador, empezaron a coger encargos e ir a ferias como el día del Baserritarra.
Trabajaba mano a mano con su marido, Bego se encargaba de la masa y Juanjo de tener a punto el horno. Éstos últimos años al faltar ya Juanjo Begoña se ha encargado de todo el proceso; desde preparar la leña, el horno, amasar y repartir. Siempre con una sonrisa. Le ha gustado mucho hacer pan, y no fallado. Los miércoles, viernes y sábados lo primero ha sido el pan. No ha tenido vacaciones ni festivos.
Ahora Begoña se dedica a sus nietos Aiur e Inar. Recogerles de Ikastola se ha convertido en el mejor momento del día. Sabemos que no le gustan los reconocimientos. Incluso algunos clientes de Okondo quisieron hacerle un pequeño homenaje les dijo que «ni hablar».
Y ella quiere agradecer a la cliente su fidelidad. “Han sido muchos años y no siempre ha salido el pan perfecto. Ha habido días en los que el pan estaba sin sal, o no había subido bien, o se ha quemado. Y habéis comprado el pan igualmente. Y no todo ha sido vender, gracias al pan he conocido personas maravillosas que hoy puedo llamar amigos” apunta.